sábado, 29 de mayo de 2010

Prefiguraciones Temporales del Retorno



Cual indomables flechas pobladas de veneno
el imperio del azar y sus designios pardos
dictaminaron crepúsculos de sangre con indiferentes miradas
el ritmo de mi partida se cantaba en los segunderos fósiles
de mano de las nubes de smock y volátiles ciagrros en las sacristías
los días llegaban de espalda con aguaeros
pestilentes a partida y destierro como reptiles ancianos
en las ventanas de la terquedad fotográfica de la tarde
allí se habían instalado mis ojos como moscas sedientas
con labios floridos de desierto presentía desorbitado el porvenir
entre los celajes del ahora apenas presente
se me iban los intentos y las súplicas
en verdad era un espejo distante de mí mismo
en los laberintos del yo me descubría siempre tú
y siempre era lo mismo y diferente
arena de mar y viento aleteante de pelícanos
adicto enamorado hasta la fiebre
de unos brazos de mar
de morenos cocoteros
de cacaotales y riberas
de cuanto creía sería nuestro - mío y del espejo-
el ventanal callaba y en silencio me acomodaba ente mis huesos.

Me descuidé -lo confieso- por la esquina del cristal
encantado de eneros entró el maldito sino
soltó raíces a tierra como un manglar obstinado ante las mareas
creyendo que era dueño del vacío formidable entre la costa y el horizonte
desplegó toda sus fragancia femenina y candente
aquel temporal de puertos de bachata y romo
de huracanes sin freno fue creciendo
y entre las ramas raíces de la maraña ensortijada
creí ser rey del equilibrio titiritero maestro
jugaba con mi sombra a los delirios del ahorcado
y se nos iban días sin freno puliendo las madrugadas
con los trapos del recuerdo.

Desbordado de isla y preñado de ensueños
colmado de altas sazones en la lengua del encantamiento
salí a la noche merengue al son de un típico ensueño
sorbí del café distante y mis labios descubrieron
el fuego de otros labios hermosos y traicioneros.

El tiempo y sus filamentos tejieron con azulejos
una figura arqueológica sonriente en el infierno
tras los cristales del recuerdo las olas quietas invaden
los planos de mi hemisferio
verdes y quietas olas indiferentes al sueño
repletas de montaña de causes y agujeros
en esta geografía antigua escamoteo los sueños
carente de mar y palmas me refugio en mis adentros

El frío es hostil ya lo he dicho
repleto de páramo y hielo
respirar es doblegar al aire escaso de los intentos
masticar hasta el cansancio la polución de mi tiempo
descubriendo al vuelo profundas heridas
en la piel y en los adentros.

Con ojos antiguos recorro calles y calculo alturas sin miedo
intento traducir la caligrafía errática de esta ciudad de misterios
la infancia cabalgadora de prudencia y distanciamiento
sale a la calle sola a golpearse con mi tiempo
las canas pueblan las sienes el alma más de un entierro
mira altiva mi infancia sobre el hombro de mi tiempo
no reconoce en el suelo las rotas muertes que tengo
poblado de sinsabores duermen olvidados recuerdos


Todo se vuelve lomas
no más magles inmensos
el viento solo canta el eco del viento
adiós olas horizonte marino aves del estero
días templados se acomodan entre el polvo y el silencio

martes, 4 de mayo de 2010

marcas del regreso



He vuelto para cumplir los dictámenes del viento
retorno de diez años de odiseas
periplos vagos por las costas caribe
no traigo anclas ni frenos
-nunca las tuve
espero no tenerlas-

llego de manos huecas
carente de presagios la mirada
por no traer no traigo ni recuerdos
dejadas quedan sombras de pasado
plantaciones del presente suplicarán aguaceros
heredades futuras reñirán con óxidos y moho
recuerdo esa inclinación grave a la muerte
con algo de sorna antes del Angelus
el cafe los cigarros...

apenas de equipaje algo de mar escondido entre las lágrimas
un recurrente sinsabor calizo a desprendimiento
alguna sazonada desdicha de días mejores
y la arrogante certeza del que
al darse con la tierra de uno
duelen tanto añoranza como huesos
y no están las manos de nieve
el candor de lluvia
ya nada puede salvarme del atropello

el retorno se concreta y huele a fríos
los cristales lloran por dentro
las calles son otras pero las mismas
como todos, como yo

siguen faltándome los matices de la identificación
ojos de océano
piel de sol
los disputados abrazos de arena y ola
de tempestad y fuego

la terquedad inaudita de las sábanas
y el arrogante aroma de la casa que busco
como demente a la hora de ir a dormir
se escapan y solo nombro a las mujeres de agua
que me hacen falta
para continuar la vida
para poner fin a los retornos
y sentirme en casa más allá del viento y sus designios.