Pero siempre supimos llegar temprano
Vivíamos una luna de miel eterna en la sabana
Dejando tras nuestro cualquier rastro de paraíso y sus parásitos
En los labios abiertos de las islas basálticas colocamos las miradas
O en las piernas siempre negadas de la sal y el estupor de las amantes que nunca tuvimos
Armados de las trampas de luz Alejandro y yo solíamos atentar contra el tiempo
En aquellos años donde las lomas eran un encantamiento a la mirada expansiva
Y no una agresión al agrietado espinazo del ahora.
Los cigarrillos como locomotoras con sus infinitos vagones
Jamás dejaron de llegar a puerto, el humo lo atestiguaba.
Cafés repetidos, crípticas revelaciones, hojas tiradas al azar y a la aventura
Los demonios del pantano de la memoria eran excomulgados con el hambre
Y la devoradora espera de un futuro prometido y que nunca llegaba
Así eran los días sucesivos, unas veces despertábamos abrazando acorde de guitarra
O mar revuelto como quien no entiende los límites y las propiedades
Soles y retazos de soles con sus lunas acometían el orbe
Pero nada importaba la propiedad no había sido concebida
y la producción era un compromiso nómada en las maletas o el hambre
Pero la vida que es terca impone su marcha y abre zanjas en tierra de nadie
Errantes judíos, bárbaros gitanos, herejes proscritos de la pureza
Surcamos el mar de la desesperanza en direcciones opuestas
Tú perdiste el alma en los candombes del acordeón de un tango antiguo
Yo perdí los ojos en la candente contorción del atabal y el merengue a la vera del océano
Pero el mañana que es difuso y se empecina en jugar a los dados del enigma
Solo promete una certeza, allí nos volveremos a encontrar
Café y cigarro en mano y nos pondremos al tanto de las ironías y quien sabe
Daremos algo de libertad al tiempo prisionero de antaño.
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