De la palabra bueno,
he despolvado el recuerdo,
y la arrogancia se ha vuelto aire.
He puesto a hablar al silencio,
mientras la lluvia va borrando el horizonte,
esta mañana cargada
en desiertos
y hastío.
Voy descubriendo que la vida se prende,
como una enredadera,
del sabor del café
y sus enigmas aromáticos
junto a una ventana obstinada
en enseñar nada,
a no ser,
esta respiración incesante,
que a penas empaña el vacío.
Me entrego a la evocación
como las vírgenes al sacrifico
me pierdo en el tiempo
y sus rizomas
mientras la geografía traicionada
cobra forma bajos mis pies
-detrás de mis ojos-
y me lleva a caminar los caminos
de la infancia
como quien abre un libro
y repasa una lectura olvidada.
Loor a la garganta del gallo
que a penas canta
sin importar horarios, ni extravíos
la tonada mayor de su dialecto
diciendo: Tierra….
Loor al oro del maíz en grano
a la negrura dulce del capulí
a las doradas llanuras de las moncaibas
a las anidadas paredes de piedra y cal
a todo eso
-dispersas oleadas del recuerdo
con que voy reconstruyendo la historia
como quien lucha por fecundar las noches
mientras muerde la piel jurásica
de una guitarra
en los intentos-.
Ocarinas condenadas a morir
como la tarde
en sus lamentos
evocan en mí
la palpitación del viento
las montañas
las nevadas cimas,
el bronceado pajonal
la desnuda roca donde durmió el cóndor
del Cotopaxi, al Antisana
al bruno Pichincha y mis entrañas.
Reverdecen las notas
el canto y los acordes
de la plegaria del amigo
las largas horas hermanadas
las tantas leguas y el pavimento
que fundimos al sol
…vuelven…
como fumada de mirra
en la sacristía
y desaparecen en el vertiginoso
vórtice del ojo
de aquellos negros escarabajos
que lleva la noche en su vientre:
la desmemoria.
El libro se cierra sobre mí mismo
y la sangre anuncia el destierro primero
el puerto se aleja del barco
y la marea de cartas
se vuelve nada con los días
los recuerdos calamares
se abrazan a mi aire
en su tinta
apresando mi garganta
en los nudos de su brazo.
Todos los pasos dados no valen más que un bostezo
el aguacero termina
y la paz se apodera de esta tarde caribe.
Tras los cristales
el mundo es una maravilla
que solamente sé
de oídas
y me empieza a llamar por mi nombre
a ser carne de mis comuniones
y a decirme que
las estatuas de sal
nunca volvieron la mirada
a la terca persistencia de la materia
pues jamás tuvieron recuerdos…
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