
Jean Baudrillard.
Ahora bien, desde la contingencia pura, desde este atado tiempo a la correa del reloj, y sus fatuos signos, del espejismo de tu encuentro...el mío.....vuelvo, como siempre, y miro, en todos los sentidos, como siempre, y la mirada se va loca, delirante hacia atrás, tan atrás que vuelvo a descubrirte y sin temor de convertirme en estatua de sal te miro a los ojos y convocando a los fantasmas del pasado, a ese temible fantasma que soy yo mismo, animo la construcción inacabada del ser en el tiempo, vuelvo los ojos, y salgo de ellos como un alma que requiere constatar lo que ha sido, ser ido, y encontrarte a ti en todos tus rincones.
Saberte íntegro en tus cuatro, sentirte a ti, desde la más básica geometría del ser y sus aristas.. qué has sido... qué he sido..., y entender la fortaleza del peso, el paso de las insaciables horas en tu carne, tu viaje por este mundo, y la injustificada necesidad común, cuando las ecuaciones no tienen respuestas, cuando la vida no encuentra sentido, cuando los libros han callado todos, y tus manos, y las mías, y tus salidas sonoras, tus carcajadas y malosgenios, brincando, saltando, asaltando, las nueve nueves en la patineta y los charcos de la historia...
Mi niño.. cómo poder contarte que eras tú, qué eres tú... quien espanta los fantasmas de mis noches, cuando dormías y yo apenas respiraba abrazándote como un náufrago sujeto a su única tabla de salvación.... y ya hoy eres un hombre.... y en cada imagen descubro, redescubro, y quiero darte más vida, prologarte la existencia, sacarte de la pantalla y poder besarte y volver a abrazarte como siempre...por toda la vida...