lunes, 29 de junio de 2015

Entre la luz y la sombra, existe un país que arde entre balidos, balones y cabrones.


La desmemoria es una enfermedad que afecta a las masas, masas acríticas borregas, mal y maliciosamente educadas, sin capacidad de análisis contextual, histórico, económico, estético… donde el Ser en la acción política nunca fue propio (de propiedad y pertenencia), y menos empoderado, razón por la que se delegó históricamente en la voluntad de grupos que, alineados (alienado) a la partidocracia y a los intereses oligofrénicos de las oligarquías, han dominado es escenario de lo político con sus melodramáticas actuaciones, entre las que destacan, desapariciones, humillaciones, disparos, sabotajes, mandadas a la mierda, llamado a urgentes micciones, e incluso a cabareteras figuras en las que desvestirse cual súper héroes de caricaturas, y sacar el pecho ante las tropas de la uniformada garantizaban una copiosa subida de puntos entre los admiradores de esos seres apolíneos (casi diría incluso prometéicas)  que tanto y tan bien han iluminado el devenir de ese país que siempre fue considerado una tierra de paz (de pastoreo).
Bueno el tema es que dadas las cosas, el mal gobierno de la alianza verde, ha sembrado un terreno del que la derecha cosechará los mejores frutos de una acción que, vestida de anticontinuista (de lo que fue la política hasta inicio de siglo) y pintado de nueva época, forajido, alfarista, indigenista, ecologista y más, terminó captando todas las formas de organización ciudadana que se habían gestado con los años para a la vuelta de la esquina eliminarlas, asimilarlas y defecarlas en una masa informe sin voz ni voto, porque, en primer lugar, están muy bien digeridas por el sistema pseudorevolucionario, o porque son las señaladas ideologías extremas (de izquierda claro si son las exaliadas, o de derecha, las que nunca se subieron al cuento del correanismo) que atentan al correcto orden que ese estableció en aquel corral –correal- al que llaman Patria.
Indios, cholos, chagras, mestizos, maricones, monos, blancos, negros, lesbianas, zambos, infantes y envejecientes, todos y todas, han terminado individualizados, y dependiendo de los casos, acusados por el largo dedo del poder, si se enfrentan a éste, o en caso contrario, acusados por los opositores, al ser señalados como los asimilados borregos que pastan la verde yerbita que abona el poder central de ese país de caricatura.
Ver los sucesos, desde atrás, desde abajo, desde lo caliente, y en mi particular caso, desde lejos, me trae a la memoria las marchas antiladrones, las marchas contra los corruptos de siempre (los de ahora), insatisfacción de las masas manipulables de siempre.
Veo con vergüenza el protagonismo que los medios dan a los ratones de bajo mundo, hijos de león, hijos de puta, criminales legalizados que han mamado la teta del poder desde siempre y sus nuevos cachorros, sonrientes, abanderados de caos, pescando en el pantanal revuelto que han heredado, un inmundo pantanal de aguas contaminadas, que en este establo, país, se llama, irónicamente como: política.
La sinvergüencería mediática se impone en la desmemoria colectiva, las calles se llenan de insatisfechos, de descontentos, de desheredados del poder, de los miles que sobreviven a tientas en los destellos de la luz de Caronte (Carondelet), los individuos corren arrastrados por la excitación de la masa a esta orgiástica celebración en la que como en un carnaval se prenden hogueras fatuas para atrincherarse contra los efectos de la norma y la patología enfermiza que impone su orden; los aprovechadores, las arpías y los gallinazos que huelen la mortecina quieren acaparar las primeras planas, allí un tal Nebot, un tal Lasso, la Barbie de Vilcabamba, el melloco y el canguil, Rodas y no ruedas, los payasos del circo y claro el Amo Correa, todos disputando la podredumbre que les permite surcar las olas en el pantanal de esta revuelta, a fin de cuentas ellos apuntas cadáveres o votos, el resto les importa poco.
Los miopes, los ciegos, siguen palabras, pancartas y banderas, balan y balan de un lado o del otro del cerco policial, del blindaje militar, parece ocultar la verdad de las cosas en ese país de juguete, y es que no se trata de un infierno opuesto al paraíso… a los que hay que combatir es a los mismos de siempre, al malparido sistema que potencia Correotas, Nebotes, Lassotes, Abdalotes, Luciotes, Cabronotes todos.. y no favorece la formación de ciudadanos críticos que entiendan que el poder está en nosotros y que los gobernantes son solamente servidores públicos y que deben obediencia al soberano que somos todos.
Este no creo sea un tema de izquierdas, derechas y centros, arribas o a bajos, en el desdibujado mapa político, esas categorías deberán definirse luego, este no es un partido de fútbol melancólico a las cuatro de la tarde, existe un gran descontento generalizado, una sensación de traición y vuelta a lo mismo…
Y no se puede ser forajido, por eso seamos... seremos piratas, bucaneros o incluso corsarios, una mezcla agridulce entre lo dionisiaco y lo luciferano, pero lo que nunca podemos volver a ser es borregos en un amplio país en el reino del pazstoreo…
Yo me siento indignado y por eso protesto.