lunes, 29 de noviembre de 2010

Ecología de la nada


bruma
bruma noche
cerrada

cadenario pesado de rezos apócrifos recorren la campiña con una luz de vela
el viento sopla con fuerza marina
al frente un ogro marrón de úrsida geometría camina sobre el cieno perfumado de muerte
separando huesos y carnes con cada pisada
sanguijuelas infinitas lo siguen en su va y ven milenario
ciegas bestias de la noche repiten sus cantos
las agudas muecas de voz revientan contra los cristales
nada parece impedir la letanía


la luna inmune se sostiene impoluta en el lodo universal
quién se puede percatar del equilibrio
sorda a esta andanada
la noche pasa a su ritmo como siempre
bruma
el tiempo no se detiene
bruma cerrada
el tiempo tiene su ritmo
solo espera la madrugada


el farol de la esquina oxida la noche con su luz enferma
es como un chorro amarillento un orín de luz
las piedras de la pendiente parecen sudar copiosamente el frío del amanecer
tiritan apretadas en racimos una contra la otra
y el viento cobre amasa sus contornos
minúsculos sonidos invaden el cuartel de esta hora
sin reparos
en los resplandores colindantes de aquel universo de mortecina lumbre
mis ojos se apagan contra la ventana.


un inverosímil animal salta imponiendo la verdad a cuello hinchado
la noche calla y las estrellas que son muchas y diversas ríen
pero en tierra los uniformados sobresaltos
y las normadas rutinas han perdido el oído
y ya no se enteran de nada
cuando creen que todo se resume en uno
como principio y fin
de lo infinito


bruma
infinita y cerrada
bruma y sobre la bruma, y más bruma
o quizás luz en lugar de bruma
luz enferma y oxidada

que otorga el privilegio de esta ceguera
y  que no  para de reír en esta noche humana
como una bofetada.

viernes, 26 de noviembre de 2010

cruz

con los brazos abiertos como si intentase abrazar a la especie entera
quiero solo tu pecho en mi
yo lapa infeliz
que esta noche es barrida por el implacable universo
donde no hay nieve a la vista
solo olas
conmoción infinita
y algo crepitante como sal rota en mis espasmos

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fingerland frame



Finjamos por última vez que nos conocemos al compartir la almohada
supongamos que recorreré los caminos de Galta dibujados en tu piel
con torbellinos de polvo a cada paso
que como un simio gritaré de contento
al trepar por las columnas de mármol
los entallados troncos del mango donde comeré lascivamente
a flor de piel la más jugosa de las frutas
asumiremos que tus pechos esconden misterios de cactus silvestre en flor
que desnudare las espinas con lengua de colibrí
y resoplaré el tizón oculto en tus pezones
hasta que brillen como estrellas
que tus ojos de avispa herida clamaran amparo al caer la tarde
y lacustres especies brillaran en el bajo fondo
marino de tus entrañas
que la violencia de los pétalos de tus manos lastiman mi espalda
o tu entre pierna henchida de mango que me llama a devorarlo todo
que la cadencia oceánica de tus caderas serán un intento de acoplar mundos
que en el naufragio te abrazaras ligera al mástil infinito
y como una pluma te dejarás caer abierta y herida
que callarás y con el silencio a cuestas
inhalarás descomunalmente lo que se oponga a tu paso
no importa si son planetas o meteoritos
a fin de cuentas
entre la realidad y la fantasía los acuerdos no cuajaron
y nada está más reñida que la sábana donde se sustentan
con una socarrona sonrisa de gato de media noche
beberé en los oasis de tu cuerpo toda la arena y polvo
con que hicieron
luego, concluidos los simulacros, te vestirás y te irás
no sin antes apagar la luz que da a la calle
sino no podré dormir con tu talón a cuestas
y volveré a lamer la leche que se cortó en la nevera.

martes, 9 de noviembre de 2010

AM·3



El tensado terciopelo del lomo de las moscas esconde enigmas que se desatan como vendavales de mayo en los ojos trémulos de los gallos del amanecer cuando duermen a ala suelta sobre los tejados del alto niuyor y los ángeles andróginos tocan la lira y a la par sobrios delincuentes declaman los satánicos versos de Rimbaud en un bacanal dispuesto a la élite de esta tierra.
Zancudos y gusarapos rebosados de vid zarpan en un alto barco de calado minimalista que truena en la distancia mientas resuma sus lamentos de Magdalena sobre las olas, por lontananza va como un seguro ahogado o un enfermo delirante que juega con los pechos de la noche en un psiquiátrico del Mar del Plata ajustando la soga al tímpano antes de perderse en horizontes de ensueño.
Frente a la pantalla del ordenador  cual, si fuese un calatejo de evidencias, la abuela descubre la flor que buscó por siempre y antes de tomarla y reconocer el perfume de infancia es invadida por un virus y muere de esperación desangrada entre lunas sin que nadie intente al menos resetear su alma.
Pongo el dedo en la llaga, al costado del hombre, y me astillo de cruz el alma con algo que asemeja una tilde, su filo agudo me desangra gravemente, y veo pasar los días esdrújulos por mi sien antes de morir por la envidia ajena.
Otra mosca, maldita mosca, algo de aguaceros… ese volumen contiguo huele a hembra o a recuerdos, un tentáculo explorador descubre la soledad mientras la gota voladora zumba antes de ser parte de mis manos en un aplauso definitivo.