jueves, 23 de enero de 2014

Destellos de memoria

No era una descripción de la batalla era la batalla toda
y siempre fuimos más de 12 los 3 y casi 7
caminé por sobre las rocas del presente como sombra
descalzo y taciturno a la par que rememoraba
los días de la infancia primera y los códigos de la fuente
piedras tras piedras en la pendiente de la mañana
se acumularon como el pasado y el serrín las horas
la Guatemala es una marca ineludible en la memoria
como una zanja absurda en los campos del exterminio
donde todo fue posible y tenue como masa de harina
a punto de saltar al horno y subir al cielo entre miradas
blanco y negro o tecnicolor entre ojos golondrinas
y correr abajo los campanarios agitando la vida en bandolera
las mañanas de sol el polvo del parque los aguaceros torrenciales
los peces y la escalera china
la horda que fuimos armados al combate y el mundo del revés
corre tras las nubes glaseadas y un par de perros
meneando el aire con sus colas de bienvenida
pilotear las naves en el patio las pelotas del mete gol tapa
el chillido insistente las cuerdas las colchas los niños dormidos
aquel fragante rosa que tiene una terca inclinación al olvido
pasos lentos poncho azul un largo cigarro y puerta de calle
las palabras se derriten al paladearlas como helado
al medio día el cielo profundo la voz de abuelo retumban
y la muerte que siempre fue una invención que no tuvo puerto
hasta caer como plomo y tierra sobre tierra
barro al barro lagrimas de estación flores de papel
y descubrir que allende el día el dorado río
no perdona
ni olvida
pero qué importa si a fin de cuentas
todas las batalla terminan en risas