viernes, 12 de febrero de 2010

Vértigo

A duendes y enanos mentales...



He sido un buen perro que cumplió a su manera con las obligaciones
Fiel a los huesos y despojos de las manos que me alimentaron
Besé los pasos de los amos en las escaleras del éxito
Limpié el polvo de sus sacos, hasta con mi lengua
Cumplí las normas, los horarios, los rigores de la apariencia
A la hora en punto dispuse comidas, encuentros, y orgías
Todo para ellos
Por complacerles: mentí, engañé, traicioné
Nunca ame (ni me amaron), pero supe usar, y serlo, a buen tiempo y con fingidas atenciones
Llegue incluso a creer que era rosa la sangre de los extraviados
Y que de sus cuerpos crecerían flores siempre abiertas al púnico pecado

El aseo cotidiano y el impecable traje para ser presentado en las cortes
Lucían en mí como en cualquier payaso de oportunidad rescatado en una tienda de saldos
Vivía atento a las exigencias del orden, diga usted señor, ordene amo, lo que usted diga jefe
Ideando conspiraciones y pesquisas contra los arteros enemigos de la norma y del sabio sultanato
Riendo vi llegar las ordenanzas de muerte, rodar cabezas... mearme en ellas era un deporte
Ávida era mi sed de superioridad, mi afán de cielo infinito, que estaba dispuesto a pactar por ello con Belcebú
Pero todos me veían de lejos y murmuraban, se protegían de mi y del contagio que inspiraba

Pero ahora, sin explicármelo,
Camino por la acera y miro impávido el tiempo de arena
He perdido el dulce rigor del horario programado
No hay vuelos acelerados al lugar de trabajo o del patíbulo
No más jefe, no más amo, no más insoportables compañeros sábelo todo
Por suerte me salvan del tedio la televisión y las margaritas, ya no los sueños, esos no quieren ensuciarse sobre mi almohada
Aún desfilan las carnes congeladas y se amontonan los odios del amanecer antes del desayuno

Cuando era joven solía correr por las calles y hablar como una lora
Era enorme e invulnerable, pero me encogí... no he dejado de hacerlo
Ahora preso en casa, mientras friego la indecente loza
Contemplo el agua que hace un remolino y
Pierdo el último poema cadavérico
Seguro de que es tiempo de iniciar la retirada
Y abrazarme a la (in)decorosa lama de la jubilación que he ganado.