miércoles, 6 de junio de 2007

De la querencia y el destierro












De la palabra bueno,

he despolvado el recuerdo,

y la arrogancia se ha vuelto aire.

He puesto a hablar al silencio,

mientras la lluvia va borrando el horizonte,

esta mañana cargada

en desiertos

y hastío.

Voy descubriendo que la vida se prende,

como una enredadera,

del sabor del café

y sus enigmas aromáticos

junto a una ventana obstinada

en enseñar nada,

a no ser,

esta respiración incesante,

que a penas empaña el vacío.

Me entrego a la evocación

como las vírgenes al sacrifico

me pierdo en el tiempo

y sus rizomas

mientras la geografía traicionada

cobra forma bajos mis pies

-detrás de mis ojos-

y me lleva a caminar los caminos

de la infancia

como quien abre un libro

y repasa una lectura olvidada.

Loor a la garganta del gallo

que a penas canta

sin importar horarios, ni extravíos

la tonada mayor de su dialecto

diciendo: Tierra….

Loor al oro del maíz en grano

a la negrura dulce del capulí

a las doradas llanuras de las moncaibas

a las anidadas paredes de piedra y cal

a todo eso

-dispersas oleadas del recuerdo

con que voy reconstruyendo la historia

como quien lucha por fecundar las noches

mientras muerde la piel jurásica

de una guitarra

en los intentos-.

Ocarinas condenadas a morir

como la tarde

en sus lamentos

evocan en mí

la palpitación del viento

las montañas

las nevadas cimas,

el bronceado pajonal

la desnuda roca donde durmió el cóndor

del Cotopaxi, al Antisana

al bruno Pichincha y mis entrañas.

Reverdecen las notas

el canto y los acordes

de la plegaria del amigo

las largas horas hermanadas

las tantas leguas y el pavimento

que fundimos al sol

…vuelven…

como fumada de mirra

en la sacristía

y desaparecen en el vertiginoso

vórtice del ojo

de aquellos negros escarabajos

que lleva la noche en su vientre:

la desmemoria.

El libro se cierra sobre mí mismo

y la sangre anuncia el destierro primero

el puerto se aleja del barco

y la marea de cartas

se vuelve nada con los días

los recuerdos calamares

se abrazan a mi aire

en su tinta

apresando mi garganta

en los nudos de su brazo.

Todos los pasos dados no valen más que un bostezo

el aguacero termina

y la paz se apodera de esta tarde caribe.

Tras los cristales

el mundo es una maravilla

que solamente sé

de oídas

y me empieza a llamar por mi nombre

a ser carne de mis comuniones

y a decirme que

las estatuas de sal

nunca volvieron la mirada

a la terca persistencia de la materia

pues jamás tuvieron recuerdos…

con 34 así... que sean 7 veces 7... con todos ustedes

Y cómo es que dicen que no se goza, que no se goza..... yo gozo mejor que el dueño...jajajaja