lunes, 15 de marzo de 2010

de profundis



Arrogancia de relámpago en la obtusa claridad de la sacristía
Que rompe en pedacitos los coágulos del orgullo calcáreo
Para exaltar la ida a menos del más y sus ocultamientos vergonzantes
Erguida trama de los copones del sudor y la obsidiana común que cobra cuerpo
Carne con que marca en el lienzo la firma del pincel
El trazo firme de la espátula, el concepto agudo del ojo, el rigor de la maestra mano
Vórtice abierto a la danzarina lucha de contrarios y al ímpetu de los nuevos elementos
Alquimia precisa del Yachac transmutado en garza del amanecer
En manos denunciantes
En gritos libertarios
En los matices variados de una paleta
Manos que gritan desde la piel del lienzo en blanco y negro lo mismo que en color
Discursos que denuncian con su canto colorido las injusticias humanas-mundanas
Simulando la perfecta armonía del marfil y el basalto
Anulando los límites de las clásicas geometrías importadas de un mundo anciano y rectilíneo
Retorno a los ciclos que insinúan las rutas del espiral del terror en las edades de la ira
Negra luz blancos silencios de donde nace un sol iridiscente
Y una wuaipala vuela por los aires memoriales
Cual paleta que reconforta y quiere curar los resfriados de la historia