viernes, 15 de octubre de 2010

Rizoma



Busco pistas en la oscuridad
en el descuidado resquicio de la luz
por donde se cuela como polvo
aquella filigrana olvidada de sol
que enriquece la alucinada creatividad
y cincela la roca dura de las costumbres.

Escarbo en lo profano de la memoria
para desarmar los credos
-o al menos recuperar aquel poco de fe
que se asfixió en los simulacros-
que los labios de la tierra escenificaron
para confundir las evidencias con la ceguera.

Abraso con toda mi voz las hojas sueltas
un soplo al descuido hace humo
y descubre el tizne añejo de las paredes
desahuciados los intentos de edificar
la narrativa de distantes sangres
rindo el juicio a las dudas y a las ganas.

Los potros salvajes de la razón sin freno
como prolongados orgasmos hacen desfallecer  
al más preparado de los guerreros
las profundidades son insalvables
incluso a flor de tierra
recolecto el eco de mariposas
en el desván de la tarde y sus fósiles pétreos
las lágrimas heridas del mar
solo cambian de color en octubre
como a esta hora.

Sazonados los mendrugos de esta hora
limo con algo de maniática redundancia
el dorso de las letras en cruz
descubro sin asombros una maldición común
en la espalda de todos
y en los ojos de algunos una ceremonia
que colinda con la muerte y la orgía.

Cómo sobrevivir a todo este clima y sus presagios
las mieses recolectadas son heredad del pasado
el presente se aloja en la fuga acomodada del segundero
el carnaval intacto del tempo y la disolución
parca de los nódulos del compromiso
dibujan una sonrisa irónica de carbón en la roca
donde están congelados hasta mi regreso
indefinido incluso para los oráculos del circo...

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