miércoles, 5 de febrero de 2014

Cánticos del viento II


Insensato como he sido
apuesto a la naturaleza
y su arrebatada explosión
de paraíso permanente
para desafiar el orden lineal
el tiempo se tiende al cuadrado
y escucho croar la lluvia como
rana de orquesta
hay instantes en que los recuerdos
no son de gloria
sino de hastió y resignada
pérdida
sobre el lecho los fantasmas del ayer
cantan como náyades
ninfas de la perdición
valquirias de la conquistas
pretéritas pompas de jabón
sirenas del delirio
ecos
atado como Ulises al poste del presente
solo escucho
y pierdo poco a poco
con húmedas miradas
aquello poco que me ata a la cordura
y me recuerda que un día fui
feliz de 8 a 11
y que era vano
como la espera en un café distante
incluso en París lejano entre cigarros
mientras todas las miradas del mundo
caídas de otoño eran
barridas de la calzada infinita
por aquel viento
calmo y frío que
cobijaba a la ciudad poblada
en amarillas farolas ebrias de siglos
en un mes cualquiera
sin mayores interferencias de luz
en el grado cero de la sombra de mi desmemoria
cuando incluso los fantasmas huían del fuego
y los graznidos de las gaviotas del puerto

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